Así lucía la avenida Luperón el 16 de junio de 2021 |
Ramón Alberto López Ynoa – SureXpreso.
No podía creer lo que mis ojos
estaban viendo en el día de hoy. Conducía mi vehículo por la emblemática
avenida Enriquillo de esta ciudad, de sur a norte, y a los lejos veía cómo la vía
turística estaba nublada de un polvillo blanquecino, el polvillo dejado por los
camiones-volteos en la enajenación de nuestra riqueza mineral, el Carbonato de
Calcio, o piedra caliza, como se le llama popularmente, aquella que los
técnicos de la empresa minera dijeron
que era una bendición del cielo.
De repente a los barahoneros
les ha estallado en sus caras la cruda realidad de lo que los expertos y
profesionales ambientalistas y de minería venían diciendo sobre el impacto
negativo de las operaciones en Barahona de la minera de capital norteamericano,
la Belfond Enterprise.
Decenas
de barahoneros haciendo sus ejercicios físicos que a diario hacen para mantener
sus cuerpos saludables, una cantidad mayor, simplemente paseaban y disfrutaban del
hermoso atardecer de Barahona, otros conversaban sentados en el malecón, pero,
todos sumergidos entre el ruido ensordecedor de grandes camiones cargados de
calizas dejando estelas blanquecinas de un polvillo que al final les taparán
los pulmones y formando un lodazal impropio de una ciudad cuya marca es el turismo.
Contaminación
total y de las más dañinas por la rapidez de sus efectos. Una agresión
inmisericorde y una indiferencia complaciente de las autoridades.
Barahoneros
consultados han dicho que ya no hay nada que hacer, que el palo ya está dado, y
que, a lo hecho, pecho, y que de las implicaciones de las operaciones de la Belfond
Enterprise el barahonero común no sabe nada, pero otros, como el ingeniero
Rafael Matos Féliz, han dicho que los barahoneros no van a quedarse cruzados de
brazos en una situación en que, a mayor cantidad de dinero que recibe la Belfond,
mayor será el costo social ambiental que deberá asumir la población.
Las
operaciones de la minera es una afrenta para los barahoneros y arrodilla a un
pueblo de valientes ante la prepotencia de una multinacional que con la complacencia
de unos cuantos y la genuflexión de otros, parece sentir desprecio por nuestro
pueblo.
Lo
suyo es obtener sus casi US$200 millones de beneficios a cambio de cuarenta
empleos, una inversión inicial de US$20 millones, y la destrucción de nuestros bosques,
fauna, flora y el futuro de miles y miles de personas que dependen del agua que
producen estas lomas, ubicadas desde la ciudad de Barahona, hasta el Municipio
de Oviedo.
Siempre
he dicho que quien visita nuestra ciudad y no va al malecón no ha venido a
Barahona, pero ahora, no sé si seguir diciéndolo.
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