Por: Ramón
Alberto López Ynoa - la Redacción
A raíz de la pandemia que ha sacudido inmisericordemente a la
ciudad de Barahona un nombre ha salido a relucir: doctor Ángel Pérez de León. Todos
los conocen, todos hablan de él, y a él todos los afectados por el COVID-19 les
son referidos. Y es que el doctor Pérez de León aunque es de esa nueva estirpe de
médicos de los tiempos del ciberespacio y de la cibernética, pero, heredó,
no sé de quién ni de dónde, ese trato afable, amigable, cercano con la gente,
con sus pacientes. Es más, se parece a esos médicos de tiempos ya idos en los
que sólo con su presencia ya el paciente se sentía mejorar de sus dolencias.
El doctor Ángel Pérez es barahonero, médico neumólogo, o pulmonólogo,
el otro nombre de los médicos que tienen la formación especial para
diagnosticar y tratar enfermedades de los pulmones, en otras palabras, de las
infecciones respiratorias.
Como médico pulmonólogo es quien ha tenido que “ajebrarse” con los
casos graves que les llevan de esta mortal pandemia, a veces, pacientes que él
los comienza a tratar desde el principio, pero, otras veces, referidos de
otros. Y a todos los trata con la misma amabilidad y con ese calor humano y
profesional que, aunque el paciente esté grave, siente que en sus manos está su
cura.
Es incansable. Lo he visto llegar a su
consultorio privado después de cumplir con su sagrado deber de médico del
sector público, pero, con esa frescura que da saber que está salvando vidas.
Por eso,
estoy de acuerdo con Still Pérez: Cuiden
de este hombre y pidan a Dios que no nos falte.
Excelente ser humano
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